14/3/16

Blog: El Gato y su Escritor

Este es Pan, mi mascota, le puse el nombre del daimonion de Lyra, la protagonista de la materia oscura.
Pantalaimon
El gato levanta la cabeza y mira a su alrededor. Parpadea un par de veces y suelta un gran bostezo. Se para en sus cuatro patas y pega un fuerte estirón acompañado por otro bostezo un poco más grande. Se sienta en sus patas traseras. Todo está muy silencioso. Vuelve a parpadear, esta vez un poco más lento, y suelta un último bostezo.

Mira su cuerpo y ve toda su pelambrera despeinada. Abre la boca, saca la lengua y comienza a acicalarse. En un trabajo lento y metódico se preocupa de cubrir con su saliva todos los rincones de su cuerpo. Se asegura de estar lo más limpio posible antes de hacer otro movimiento.

Minutos después su pelambrera brilla de limpio y ya puede saltar de la cama y buscar comida. Camina con lentitud y mueve sus patas con elegancia, como aquel que se cree el rey del lugar que pisa. Tiene hambre, pero no afán. Sabe que la comida estará allí, tiene personas que se encargan de que así sea.

Un gato que lleva el nombre del daimonion del libro luces del norte por Phillip Pulman
Pan distrayéndome
Llega al plato de comida y olfatea aquellas piedrillas de colores tierra. Hace una mueca pero come de todos modos. Luego se atraganta de agua para quitar el sabor de su boca.

De la cocina pasa a su caja de arena. Ha tomado mucha agua, debe descartar todos los excesos. Se toma su tiempo mientras juega con un poco de arenilla, y a continuación, como si su vida dependiera de ello, se esfuerza en no dejar marca de que él y sus necesidades han estado allí.

Después de cumplir su rutina se siente aburrido. La casa siempre ha sido muy silenciosa para su gusto. Necesita buscar algo con que entretenerse.


Se mueve de habitación en habitación buscando una fuente de entretenimiento. Encuentra un vaso muy cerca al borde de una mesa. Salta sobre ella y tienta la gravedad con movimientos rápidos de su pata. Golpea un par de veces el vaso hasta que este desciende y choca irremediablemente con el piso. Lástima; será buscar diversión en otro lado.

Se distrae un par de minutos con un oso de peluche, pero se aburre con facilidad. Al final, se dirige a la última habitación, el lugar a donde quería ir de todos modos, y sus orejas se ponen de punta. El movimiento llama de inmediato su atención. No hay tiempo para distracciones. Sus pupilas se dilatan mientras observa el movimiento repetitivo de un lado para otro de aquel… lápiz.

Se agacha, prepara sus piernas traseras y alarga un poco las delanteras. Se toma unos segundos para respirar y, sin hacer ningún sonido, salta para atrapar a su presa.

El humano pega un brinco de sorpresa cuando ve al gato aparecer. Su mente estaba concentrada en agregar los últimos detalles del cuento que está escribiendo desde hace un par de horas. 

Gato atigrado
Pan dejándose consentir
Personajes y situaciones escapan de su cabeza mientras ve al peludo de cuatro patas intentando capturar el lápiz que lleva en su mano.

Trata de distraer el animal con otra cosa, pero el gato sabe lo que quiere. Mira el lápiz con la pasión que tan solo un felino puede tener. El humano intenta escribir, pero su amigo peludo empuja, muerde y rasguña con todas sus fuerzas el instrumento de escritura.


El humano, rendido, deja el lápiz al lado y, mientras el gato, con ojos como platos, se tira al piso para jugar con el pedazo de madera, comienza a acariciar suavemente la cabeza del animal. Realiza movimientos circulares, después, un poco más agresivo, rasca detrás de las orejas, juega un poco con la panza y se toma su tiempo en sobar la espalda arqueada.

El gato maúlla de felicidad y deja de prestarle atención al lápiz. Con los ojos cerrados, ronronea haciendo reverberar todo su cuerpo. Al final de aquel exquisito masaje, el gato se queda quieto con una sonrisa en sus bigotes, y el humano se dispone a escribir de nuevo.

Es como si la inspiración le hubiera llegado. En un par de minutos es capaz de solucionar aquel párrafo que no había podido terminar. De repente, los personajes tienen mayor personalidad y la trama gana una forma más sólida. Jamás se ha sentido más satisfecho con su trabajo. Levanta la hoja de papel frente a él y admira su nuevo cuento.

Gato atigrado de la saga la brújula dorada
Pan durmiendo
Y entonces un zarpazo sale de la nada y la hoja se parte en dos. El gato ataca de nuevo: agarra los pedazos y los despedaza en cuestión de segundos. Luego, con la cola alzada y un deje de satisfacción en su mirada, coge el resto de papeles sueltos y huye de la habitación para mascarlos con mayor tranquilidad.

Es por eso que el gato es el mejor amigo de un escritor, pues el humano sabe que, aunque no quiera aceptarlo, el cuento que describía como su mejor obra de arte no estaba cerca de ser un buen trabajo. Así es, el gato, como excelente crítico literario que es, le ha hecho el favor de ahorrarle la vergüenza de presentar aquel texto al mundo. 

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